viernes, 12 de septiembre de 2008

ERES MIA...

Algunas veces pienso que que tengo algo tuyo, algo que ahora es mío. Me hago la idea de que sí algo tuyo me pertenece, ese algo que te hace suspirar, que te hace vibrar y ser quien eres realmente cuando estas conmigo, cuando compartes tus deseos e intimidades, tus sueños y alocadas fantasías. Cuantas cosas compartidas, como por ejm nuestros labios , labios carnosos, definidos, sensuales, capaces de morir besando, de morir diciendo cuan capaces somos de amar y cuanto deseamos ser amados, poseídos, y anhelados, recordados.


Cuanta pasión se desborda por nuestra piel por nuestros poros, cuando tú y yo soñamos como sólo nosotros lo sabemos hacer.


Cuantas noches me duermo abrazando mi almohada, mientras entre mis piernas aprisiono otra, sintiendo que ellas se convierten en tu cuerpo, en tus manos que se apoderan de cada espacio de mi piel, de mi cuerpo, evoco tu recuerdo y siento tu aroma que me embriaga todo, que me perturba y alborota y me hace volver loco de deseos por ti. Al sentir tu respiración cerca de mi cuello, tus labios húmedos, tibios, recorriendo mi cuello, mientras tus manos, manos tan suaves, ahora hace de mi cuerpo el el papel donde escribirá nuestra historia. Tuya y mía, historia de amor, de entrega de pasiones que llevábamos tatuadas hasta en los huesos y que hoy nos hacen vibrar bajo la luz de la luna, bajo el contacto de nuestras pieles.


Mi cuerpo se contorsiona como el de un condenado, tu cuerpo caliente, sobre le mío, ¡!tu sexo… mmm que delicia! Te absorbo cada espacio de tu piel, recorro caminos antes dejados en el olvido, y te hago mía, te reclamo bajo el calor de mi boca, con mi lengua ardiente y juguetona, que reclama de ti, tus sabores, tus aromas, la siento ahora todas dentro de mi cuerpo, tu carne fundida con la mía. Más estas manos inquietas siguen buscando cuevas profundas debajo de tu vientre, mientras tus piernas abren camino a mis deseos. Humedecida en ti, mis dedos incursionan en tu sexo tocado cada recondito espacio haciendote que tu cuerpo se estremesca d e placer. En miradas opuestos yo al norte tu al sur, seguimos nuestro descubrir yo introduciendo mi lengua por una pequeña hendidura por donde fluyen jugos de miel, tu bebiendo del cáliz que te ofrece del mágico elixir de la pasión y el deseo, jugos mágicos que ambos llevamos impregnados en nuestras bocas, que se funden en un solo maravillosos sabor al besarnos con pasión desbordada impregnada en la lujuria. Tus piernas abierta ofreciendo lo mas sagrado de tu ser se descotrolada bajo el contacto de mi boca, de mi lengua de mis ansias todas con esta pasión tan grande que causa dolor, que reclama mi presencia dentro de tu cueva, donde sientes el calor….!calor que te quema, que te envuelve y te seduce! donde desearías morir y volver a renacer sintiéndote dentro de mi cuerpo impregnándome mi ser, con mis ansias de hombre y tu colmándote de placer al sentirte mi mujer......

martes, 9 de septiembre de 2008

EL PRIMER ENCUENTRO





Despues de mucho tiempo de soñar despierto, por fin llego el dia de nuestro encuentro y tu eliges el lugar cerca a la playa y me dices que sea puntual.


Llego a la habitación donde estas....la puerta abierta te esconde y eso hace mágico el ambiente, el interior se ilumina por las velas que has prendido, el olor de incienso, a canela es suave y se cuela por la nariz mientras cierro. La decisión ha sido correcta, me siento bien, pleno. ¿Qué tanto hace falta para ser feliz?. Te tomo entre mis brazos y deposito en tus labios mis ansias de todo el tiempo en que no te he visto, no de las horas anteriores, deposito todos los años que te esperé en ese beso. Junto nuestros cuerpos y acaricio tu nuca buscando un contacto pronunciado y profundo, abarco tus labios y siento tu lengua explorando el interior de mi boca. Aspiro con fuerza y tu olor maravilloso es lo único que importa.

El presente dura sólo tres segundos y todo lo demás es pasado, así cada tres segundos te voy haciendo más y más mía, los avances se vuelven atrevidos y firmes.

No puedo creerte aunque tus palabras se deslizan por dentro de mis oídos provocándome, me desnudas de a poco, gozando, dándote el tiempo de la vida.

El tiempo es tuyo, será por eso que ahora te pongo en la cama y recorro tu piel con mi respiración, de vez en vez pongo mi lengua en tu cuello y en tus hombros. Me reconozco por debajo de las ansias que me acometen y es como poseerte para no volverme a despegar de ti jamás. Nuestras manos con vida propia nos recorren ávidamente y empiezo por desgranar tus sabores en el sentido del gusto, hasta entonces dormido; tu piel es tibia y las sábanas donde estuviste guardan tu aroma y temperatura. Tu cabellera revuelta en la almohada hace un marco maravilloso que es tu rostro, rostro que cambia a medida de mis avances amorosos.

Mis dedos juguetean con las orillas de la ropa interior.

-¿Siempre duermes con sostén?- te pregunto, y con los ojos chispeantes por el morbo que te producen mis adelantos, me respondes que te es cómodo así.

Empiezo por sentir la tersura del fino vello que has recortado de forma singular y cuya vista es excitante por cuanto en él se alcanza a percibir. Tu sexo es abultado, invitante, se eleva por entre tus piernas permitiendo una visión clara de él, aunque tengas ropa puesta.
La humedad queda expuesta al mover mis dedos, percibo por sobre ellos la consistencia y me excita tu suspiro de puro sexo.
Separo tus labios y jugueteo con ellos mientras no pierdo la vista de tus expresiones de gozo, entreabres la boca y cierras los ojos al tiempo que tu garganta pide por más; te quiero mucho en estos momentos, te quiero toda y sólo deseo perderme dentro de tu manantial donde sacio mi sed para después empaparme en él.

Eres extensa e interminable. Salgo de esa exaltación para despojarte de tu sostén, puedo observar tus senos perlados por el fino vello mojado de sudor, me gustan tanto que aseguro no haber visto ni tocado senos más redondos y duros.

Te retuerces en la cama y me deshago de tu abrazo para quitarme toda la ropa que me estorba, para contrastar con mi piel morena la tuya tan blanca. A mis ojos pareces sobrenatural, te pones de bruces para alcanzar el buró y pones música, música que me hace soñar por la significación de cada una de las notas en nuestra vida común. Me gustas, me enamoro de tus movimientos hechos con la predisposición de alguien que viene a entregarme todo por voluntad propia. Lo tomaré con la destreza que me da el quererte tanto. Me prendo a tus senos y el sabor de flores está de nuevo presente, paseo mi lengua lentamente dejando estelas de saliva por debajo de ellos, me prendo a tus pezones y los aprisiono yendo de menos a más, muerdo un poco y mi lengua se entretiene en los contornos y rugosidades de las aureolas. Separas las piernas al sentir mi necesidad de penetrarte y ahí estoy de nuevo, intentando perderme, intentando que me engullas por completo. Al golpe de tus caderas me tienes y sigo enamorándome de ti a través del olor y de tu textura, sigues con los ojos cerrados y trato de saber que pensarás sobre mi pasión. Me olvido de todo, incluso de que esta mañana no debía estar aquí, me dejo y antes de explotar con toda mi esencia salgo de ti. Quiero verte recién abierta, te deseo tanto que me vuelco sobre tu vientre mientras tus manos juegan con mis jugos extendiéndolos por la piel.
Y nos dedicamos un tiempo a la complicidad, esa noche para mi, durará eternamente...

lunes, 8 de septiembre de 2008

CADA NOCHE...

Cada noche me acerco a tu ventana, silencioso, callado y te veo entre las cortinas, observo tu prohibida desnudez, empujo la ventana con miedo parta poder saborear y llenar mi alma con tus olores calidos, voluptuosos, humedos.
Me acerque a tu cama y te bese y tu respondiste mis besos con tu lengua luchando con la mia. Bebí de tus besos una y otra vez, me encanta ver tus brillantes pupilas dilatadas de aquella mirada morena, esos ojos inmensos, llenos de goce e hipnotismo. Un hipnotismo capaz de hacerme repetir la acción las veces necesarias, para calmar tus ansias. Y luego me entregue a tus brazos, ardí en tremenda pasión entre tus brazos, mis sentidos te pertenecían, eres la dueña de mis gemidos. El placer que resulta inalcanzable para algunas personas era, para nosotros, juegos de niños.Te internabas tantas veces, una misma noche, en la oscuridad de mi cuerpo. Conocías tantas maneras de hundirme en un abismo de deseos. Caía en tu red mil veces, me volvía insaciable, con el pasar de los días. Cabalgaba al compás de tus más carnales anhelos. Mi cuerpo parecía haber sido moldeado por tus manos, esas que me hacían estremecer. Todavía siento un ligero, pero celestial, escalofrío, al recordar tus pezones atrapados entre mis dedos o cuando una noche de loca pasion, estabas de rodilla en la cama como una misionera rezando por mas placer y yo me acerque a ti recoste tu espalda a mi pecho pase una mano por tu cuello tocando uno de tus senos mientras mi otra mano dirigia mi pene hacia tu vagina humedad sedienta de mas placer y cuando entro exhalaste un suspiro y comenzamos a movernos, deje tu cuello y tome con mis dos manos tu cintura y comenze a martillarte profundo, fuerte y con cada matilleo proferias insultos , palabras soeces y eso hacia excitarme mas .Incrustaste en mis paredes innumerables jadeos, grandes promesas de amor… Me volví tu esclavo y gustoso arrastraría el ardiente grillete todos los días de mi vida. Me encanta tu irreverencia al momento de hacer el amor, lo maravilloso de sentir tu lengua humedecer cada centímetro de mi cuerpo. Adoro complacer tus fetiches, tu ligero negro, tu antifaz, esos de zapatos altos. De no ser por ti, jamás habría encontrado tantas utilidades a un simple tacón. Accediste a cumplir mi trastornada fantasía de disfrutar de buen sexo en el peor de los moteles. Y cada noche era una experiencia distinta. Contigo, las sorpresas nunca acabaran.

domingo, 7 de septiembre de 2008

Un día como cualquier otro...

En mi acostumbrado café, las personas pasaban frente a mis ojos y el sonido de su alboroto rompia mi tranquilidad, todo era tan cotidiano...pero llegaste tu, con la sensualidad de un cuerpo de mujer, con toda la juventud que deseaba sr poseida. Salí tras de ti, pues de la cafetería y mis ojos siguieron el camino de tu andar hasta un callejon cualquiera, no era ni tu apariencia ni tu soledad lo que me atraía, era tan solo el imaginarte caminando entre las calles, solitaria y tan intrigante... Notaste que mis pasos resonaban tras los tuyos, y sólo dirijiste a mí una mirada llena de complicidad, llena de coqueteria... seguias caminando con un paso más pausado y antes de llegar a un lugarcillo obscuro que carecia de publico, diste la media vuelta hasta quedar frente a mí... tu mirada comenzó a recorrer mi cuerpo súbitamente y al mismo tiempo dabas de vez en vez algunos mordiscos a tu labio inferior... mi respiración parecia acelerarse cuando te acercaste a mí, la fuerza de tus manos rodeo mi cintura y el calor de tus labios comenzó a volverse fuego... mi mano estaba sobre tu pecho y el latir de tu corazón era intensamente mío, tu mano comenzó a explorar mi silueta y juguetear con mi cabello y yo de un tiron te rompi la blusa y vestido que aún cubria el templo de mis pasiones, y vi tus pechos pequeños, redondos, duros yo moria en ese instante por que se desvaneciera...Mientras tus manos comenzaban a recorrer mis piernas, y tocabas mi pene en plna erección logre sentir el motivo de llamarte mía, ambos estabamos hundidos en la plenitud de un ardiente deseo, nuestra agitación era mas frecuente...mis manos comenzaron a acariciar tus senos, daban caricias al por mayor, entre el calor de tu pecho, la fuerza de tu abdomen y el misterio de tu intimidad...nuestros labios parecian hambrientos unos de otros y no dejaban de besarse...Sentiste cada una de las muestras del extasis de este encuentro y tu mirada parecia buscarme en algún lugar del inmenso cielo nocturno que nos cubria...
Tus piernas se abriron permitiendo que mis dedos recorieran toda tu vagina humeda...trepaste a mis caderas mientras yo recostado tomaba el nectar de tus pezones delineados. Podía sentir la tibieza de cada lugar que te tocaba... El deseo no se hizo esperar y tu entrepierna se agitó caprichosa sobre mi sexo... y te penetre, alli en el callejon, escuchando las bocinas de los autos, el paso de la gente, el murmullo de ls personas eso nos hacia excitar mas y cada excitacion era acompañada de movimientos ondulantes, con fuerza , diciendonos palabras al oido que me animaba a seguir penetrandote, martillandote hasta llegar el momento que que explotamos y al sentir toda mi esencia dentro de ti empezasteste a convulsionar de placer...y asi ambos unido, pegado por nuestro fluidos nos quedamos recostados desnudo esperando que nadie rompiera ese momento de pasion y lujuria....

jueves, 4 de septiembre de 2008

EN EL CALOR DE MI CAMA



Me introduzco en el frío de mis sabanas busco sutilmente tu cuerpo. Mi mente evoca tu imagen, tendida a mi lado. Tu calor junto a mi piel desnuda. Una danza sutil de caricias y besos debajo de las sabanas dan inicio a la noche. Sin prisas, rozando cada centímetro de ti te recorro. Sobre mi puedes apreciar todo el panorama, mi cabeza recostada sobre la almohada, mis brazos alrededor de tu cuello. Tus labios entreabiertos me fascinan, mientras me seduces con tu respiración, que se apresura a cada latido.


Recorro con mis manos tu pecho, siento latir tu corazón, armonioso, fuerte. Me detengo a contemplarte. Te deseo… !! No habré de dejarte ir sin que hayas hecho vibrar cada parte de mi cuerpo!! Y la faena comienza. Siento caer la parte baja de tu cuerpo sobre mí, tus muslos sobre mis muslos, tu sexo sobre mi sexo. Saboreando tus labios, el momento se hace eterno. Mis manos ocupadas en tus pechos, que acaricio y estrujo a placer…Tu placer que se convierte en mío, puedes sentir mi pene crecer entre tus piernas… busca escabullirse, encontrar su lugar, pero aun no es tiempo. Cambio de posición contigo, ahora tu estas arriba. Marcas el camino a besos… de mi boca pasando por mi cuello y por mi pecho hasta llegar a un lugar más interesante, debajo de mi ombligo. Un rastro de vello me indica el camino, mientras mis ojos te piden que continúes. El roce de tus labios me hace estremecer, mientras cierro los ojos y me pierdo en otro mundo. Así… beso tras beso, llego al lugar de tu locura. Comienzas a besarlo de la base a la punta. Ya esta en su esplendor… tieso, grande. Cuando terminas de besar cada centímetro, comienzas a saborearlo, mmm… te encanta su textura!! El glande, como llama encendida reclama su lugar; ya es tiempo. Te preparo a sentarme sobre mi, abres tus piernas y colocas tus rodillas a mis costados, mientras con mi mano apunto nuestros sexos listos a embocar. Así en un solo movimiento quedas dentro, tu cuerpo se sobrecoge al llenarte de mi. Continúa la danza, movimientos arriba y abajo, para que puedas entrar y salir a placer. Mis manos en tus nalgas marcándome el ritmo. Así, siendo uno por tan solo un momento, me haces gemir, mi respiración se acelera… espasmos involuntarios se apoderan de nuestros cuerpos. No puedo pensar, me siento lleno de ti. Solo necesito tu piel con mi piel para hacerme vibrar.

miércoles, 3 de septiembre de 2008

En tu habitación...

Estábamos en una habitación iluminada con velas. Tu te ibas despojando de tus ropas, muy lentamente, mientras en tu rostro de niña se dibujaba una coqueta sonrisa. Y yo solo contemplaba cómo tu piel reluciente se iba dibujando en todas sus formas en mis pupilas. Tus senos, altivos y turgentes se movían , y tu cintura era de tal perfección que hasta afrodita hubiese muerto de envidia al verla, tu sexo depilado, esperando ser presa mi de sexo, de mis labios, de mi lengua. Unas piernas suntuosas, unos pies pequeños, delicados y deliciosamente bien formados. Era una agonía indescriptible contemplarte y no tocarte.
-Ven –me dijiste. Extendiste tus brazos, entreabriste tus carnosos labios, y mi insania lujuriosa empezó a estirar más tus codicias. Me acerqué, despacio, sin perder ningún ángulo maravilloso de tu cuerpo tan desquiciante. Me besaste apasionada y fuertemente, y tus senos se tocaron duramente con mi pecho. Sentía tu aliento dentro de mí, tus manos recorrían con fuego mi agonizante ser. Soltaste lentamente mi lengua y me fuiste cubriendo con tu lengua hasta llegar al centro de mi alterada locura. Hiciste que todo mi cuerpo se endureciera como piedra, emitiste un sonido de lasciva absorción, apartando tus palabras de mis bajos instintos, te uniste a mí en un salto violento, abrazándote a mi cuello.
Mi infinita lascivia se adentró en lo más profundo de tus perdidos sentidos, y empezó el movimiento repetitivo, punzante y desgarrador que te hacía mía con cada embate que te daba. Jadeabas con cada roce de mi piel con la tuya, y tus uñas se clavaban impetuosamente en mi espalda. Te mordía tus labios, tu cuello; apretaba tus sublimes senos con mi boca, mis manos sujetaban fuertemente sus dislocadas y carnosas gluteos, tu piernas se movían rápidamente rozando mis brazos, y tal eran mis ímpetus que llegaste a decir:-Basta… basta… por favor… me haces daño…
Yo no te escuchaba, seguía con mis infernales movimientos, haciendo todas tus entrañas un lugar de un desproporcionado frenesí por lo que era sólo mío. Te llevé así, sin parar, hasta el borde de tu cama, y ta recosté en ella. Comenzaste a mover suavemente tu portentoso cuerpo de un lado a otro, arriba y abajo, de izquierda a derecha, y tus manos recorrían tu sudorosa anatomía. Abrí tus piernas saboreando con mi lengua el centro de tu infinito placer, verla asi a tu sexo, depilado, humedo, latiendo de placer empeze a morderte tus labios luego tu clitoris y empezaste a gritar , a decir palabras soeces, insulto y lugo te viniste en mi cara y yo empeze a beber el producto de tu libido desbordante y jugosa.
Acaricistes con ternura, mis abellos, para después jalarlos y restregarlos con furia mientras sus labios se movían discordantes, emitiendo oraciones al dios del amor. Te levantaste de golpe y te volviste a lanzar sobre mí, pero esta vez yo estaba tendido, y tu sobre mí. La violencia de los movimientos ya no formaba parte de mí sino de ti. Estiraste tu cabeza hacia atrás; tu cuerpo se ondulaba y tus senos se movían impacientes al compás de los sonidos que emitíamos. Tus cabellos extensos y ondulados cubrían su delicada espalda. Te tenía asida de tu cintura y, de improviso, levanté mi dorso y empecé a recorrer, con mi lengua, tu sudorosa piel, mordí sus sonrosadas aureolas y saboreé con deleite toda tu lujuria. De pronto, me aventaste con fuerza, estirándome por completo en tu cama, y me dijiste mirándome a los ojos:-Soy tu sexo, tu deseo… ¡Tu amor!