martes, 9 de septiembre de 2008

EL PRIMER ENCUENTRO





Despues de mucho tiempo de soñar despierto, por fin llego el dia de nuestro encuentro y tu eliges el lugar cerca a la playa y me dices que sea puntual.


Llego a la habitación donde estas....la puerta abierta te esconde y eso hace mágico el ambiente, el interior se ilumina por las velas que has prendido, el olor de incienso, a canela es suave y se cuela por la nariz mientras cierro. La decisión ha sido correcta, me siento bien, pleno. ¿Qué tanto hace falta para ser feliz?. Te tomo entre mis brazos y deposito en tus labios mis ansias de todo el tiempo en que no te he visto, no de las horas anteriores, deposito todos los años que te esperé en ese beso. Junto nuestros cuerpos y acaricio tu nuca buscando un contacto pronunciado y profundo, abarco tus labios y siento tu lengua explorando el interior de mi boca. Aspiro con fuerza y tu olor maravilloso es lo único que importa.

El presente dura sólo tres segundos y todo lo demás es pasado, así cada tres segundos te voy haciendo más y más mía, los avances se vuelven atrevidos y firmes.

No puedo creerte aunque tus palabras se deslizan por dentro de mis oídos provocándome, me desnudas de a poco, gozando, dándote el tiempo de la vida.

El tiempo es tuyo, será por eso que ahora te pongo en la cama y recorro tu piel con mi respiración, de vez en vez pongo mi lengua en tu cuello y en tus hombros. Me reconozco por debajo de las ansias que me acometen y es como poseerte para no volverme a despegar de ti jamás. Nuestras manos con vida propia nos recorren ávidamente y empiezo por desgranar tus sabores en el sentido del gusto, hasta entonces dormido; tu piel es tibia y las sábanas donde estuviste guardan tu aroma y temperatura. Tu cabellera revuelta en la almohada hace un marco maravilloso que es tu rostro, rostro que cambia a medida de mis avances amorosos.

Mis dedos juguetean con las orillas de la ropa interior.

-¿Siempre duermes con sostén?- te pregunto, y con los ojos chispeantes por el morbo que te producen mis adelantos, me respondes que te es cómodo así.

Empiezo por sentir la tersura del fino vello que has recortado de forma singular y cuya vista es excitante por cuanto en él se alcanza a percibir. Tu sexo es abultado, invitante, se eleva por entre tus piernas permitiendo una visión clara de él, aunque tengas ropa puesta.
La humedad queda expuesta al mover mis dedos, percibo por sobre ellos la consistencia y me excita tu suspiro de puro sexo.
Separo tus labios y jugueteo con ellos mientras no pierdo la vista de tus expresiones de gozo, entreabres la boca y cierras los ojos al tiempo que tu garganta pide por más; te quiero mucho en estos momentos, te quiero toda y sólo deseo perderme dentro de tu manantial donde sacio mi sed para después empaparme en él.

Eres extensa e interminable. Salgo de esa exaltación para despojarte de tu sostén, puedo observar tus senos perlados por el fino vello mojado de sudor, me gustan tanto que aseguro no haber visto ni tocado senos más redondos y duros.

Te retuerces en la cama y me deshago de tu abrazo para quitarme toda la ropa que me estorba, para contrastar con mi piel morena la tuya tan blanca. A mis ojos pareces sobrenatural, te pones de bruces para alcanzar el buró y pones música, música que me hace soñar por la significación de cada una de las notas en nuestra vida común. Me gustas, me enamoro de tus movimientos hechos con la predisposición de alguien que viene a entregarme todo por voluntad propia. Lo tomaré con la destreza que me da el quererte tanto. Me prendo a tus senos y el sabor de flores está de nuevo presente, paseo mi lengua lentamente dejando estelas de saliva por debajo de ellos, me prendo a tus pezones y los aprisiono yendo de menos a más, muerdo un poco y mi lengua se entretiene en los contornos y rugosidades de las aureolas. Separas las piernas al sentir mi necesidad de penetrarte y ahí estoy de nuevo, intentando perderme, intentando que me engullas por completo. Al golpe de tus caderas me tienes y sigo enamorándome de ti a través del olor y de tu textura, sigues con los ojos cerrados y trato de saber que pensarás sobre mi pasión. Me olvido de todo, incluso de que esta mañana no debía estar aquí, me dejo y antes de explotar con toda mi esencia salgo de ti. Quiero verte recién abierta, te deseo tanto que me vuelco sobre tu vientre mientras tus manos juegan con mis jugos extendiéndolos por la piel.
Y nos dedicamos un tiempo a la complicidad, esa noche para mi, durará eternamente...